sábado, 10 de abril de 2010

Poemas de Juan Centeno


LA FIESTA FUNESTA

"All things must pass...

All things must pass away."

G.Harrison.

Sentado indiferente

en un inodoro de oro bajo un cielo de hielo

de un pasado enlatado pierdo un recuerdo

que hace ya demasiado tiempo

olía a melancolía.

Llega otro día... salgo por algo

y un policía grandioso como un oso

con acento atento y una sonrisa aprisa

me dice que me calle en la calle.

En la avenida "La Vida" el carnaval oficial:

Un pato con zapatos, un conejo viejo,

una foca loca, un gallo sobre un caballo,

un elefante elegante, una serpiente sin dientes,

una tortuga con arrugas y un gorila en la fila

que reparte con arte a la gente decente

una promesa presa y un consuelo en el suelo.

Llega otra noche... y se encienden

las luces que seducen en la avenida "La Vida"

empieza la fiesta funesta con carcajadas ajadas,

números y letreros primero:

Se venden besos a peso, caricias, delicias,

piernas tiernas de doncellas sin huellas,

dos marineros solteros, esposos famosos,

una adolescente inconsciente, una dama en su cama

y que siga la fiesta, la fiesta funesta.

Se venden: Noticias ficticias,

la inquietud en un ataúd, nidos sin sonidos,

comunicados empacados, también hay

dignidades para todas las edades,

almas en calma, candados importados,

consignas dignas, estrategias regias

y lentes oscuros para ver el futuro.

Que pase adelante la gente importante!

Aquí viene y que suene

el carnaval oficial!

El ambiente se siente:

Un macho borracho, una artista en la pista,

la reina se peina, una prostituta astuta

acaricia con malicia su adornada carnada.

El alcalde en un balde desparrama su fama.

Y que siga la fiesta, la fiesta funesta!

Llega otro día... no salgo por algo

he visto mi pellejo en el espejo

con un fuego luego y una cana en la ventana.

mi corazón se escapó del cajón

y la inquietud del ataúd,

mi esperanza salió bajo fianza

y aquí están

con una mirada despierta que se coló bajo la puerta.

Ahora mi garganta se agiganta con un sueño pequeño

con un sueño pequeño

con un sue...ño...

PEQUEÑO ? ? ?

POEMAS CORTO CON LAS TIJERAS DE...

SECUENCIA Y CONSECUENCIA

Si no hay mujer...

No hay tentación

No hay infierno

No hay cielo

INVERSA

Cuando el corazón del poeta

Ha envejecido,

No importa

La edad

De las musas.

FINAL DE CARTA DE AMOR CON CUERPO ADJUNTO

...Y aunque ya no sirva de nada,

quiero que sepas

que vivo en el mismo lugar,

desangrando las ganas de vivir,

lentamente

gota a gota,

con la mirada inmóvil

hacia ninguna parte,

en esta naturaleza muerta

vestida toda de blanco.

Aquí se deshace mi alma

Envejeciendo entre tus cosas cotidianas,

emborrachándose

solitaria en los bares,

mientras yo escribo tu nombre

en las servilletas.

Y busco tu perfil

En el rostro invisible de todas las mujeres,

Imaginando

Que pronto chocaremos en cada esquina

De esta ciudad sin habitantes,

Sin autos, sin desfiles, sin ruidos

Sin nada

Sólo yo, arrastrando mi cuerpo

Después de tu partida

En este laberinto de cemento,

Donde mato las horas

fingiendo inútilmente

que te he olvidado

y que por fin

aunque nadie lo crea

este amor descansa en paz...

la

paz

de

los

muertos.

CIUDAD DESIERTA

(I)

El sol salió...
de la ciudad desierta
cariada de ruinas, angustias
y huellas de soldados.
Atrás
queda la sombra pusilánime de la soledad,
lleva atada una milenaria tristeza
y se detiene a mirar su rostro
en las caras de los maniquíes derretidos
en los escaparates de vidrios rotos,
de la ciudad desierta
donde todo es ceniza y humo
con olor a cuerpos incinerados
como atizando la lucha con fogatas humanas.

(II)

El sol salió,
y todo se escapa, huye,
en medio del revoloteo repentino
de miles de pájaros en fuga.
No hay adiós ni despedidas
de los árboles podados,
sólo la mirada fúnebre
de la savia que llora en sus hojas
y salpica los nidos destrozados.

(III)

Los huesos rotos ya se calmaron
y han aceptado
la comunidad de la sangre en los asfaltos
con un aire
frío como un lamento
que sale a desperezarse en los atardeceres
en el crujir del vaivén
de una puerta que quedó entreabierta.

(IV)

Temprano llega la noche
- tropezándose -
con la fisonomía desordenada
de una ciudad mártir
que no se acostumbra al silencio.
Los perros fantasmales ladran
en un afiche que se desploma
a la dentadura postiza
de una sonrisa olvidada.

Pasan las horas... y en la oscuridad,
la noche se ha dormido
ignorando que a la luz de la historia
alguien clava pedazos de futuro
en las cuencas de los ojos de los muertos.

TEMPORAL

It's a hard rain´s A-gonna fall.

B.Dylan.

Hoy he visto a lo lejos
la lluvia escarlata.
He oído el infernal eco
que deja al pasar
el caballero invisible de la muerte.

¿Ves el resplandor inmenso
cuando atardece el mundo
y nos quedamos solos
con esta nueva apariencia
de monstruos desgarradores ?

¡ Cuántas máquinas rabiosas
conjugaron la destrucción
en un instante,
cobijadas en sangrientas
banderas tachonadas de estrellas
y colmillos de metal !

Entremos de nuevo
a guarecernos en las tumbas,
mientras caen
perfectamente concebidos
millones de ingenuos megatones
que habrán de ser perdonados
porque no saben lo que hacen.

Al final de la lluvia
sólo quedarán brillando
miles de arco-iris-láser
para limpiar el vientre de la tierra
y ni tú
ni yo
tendremos a donde marcharnos
porque todos los universos
enloquecieron esta mañana
y Dios en medio del caos
- grita furioso -
con el sol en el exilio.

posted

EL PROFE


(Talking blues)

Era un profe bueno y medio sordo.
Se sentaba en la orilla del escritorio
y nos contaba historias de otros lugares,
contaba buenos chistes y de vez en cuando
las muchachas le pedían una canción de
Nino Bravo o Los Beatles.

Cuando había examen abandonaba el aula
y nos dejaba solos, luego asomaba su cara
sonriente por las persianas del otro lado.
En ocasiones se miraba triste
cuando recordaba a su amada
que se había ido de casa con la promesa
de cambiar el mundo, pero... muchachos;

esa es otra historia...

El era un profe bueno y medio sordo.
Nos llenaba la pizarra de números
y equis al cuadrado, mientras copiábamos
nos comentaba las últimas noticias
"Patrón mete a la cárcel a su empleada por
defenderse mientras este la quería violar"
El mundo anda patas para arriba nos decía
y a veces teníamos que alzar la voz
para preguntar algo, él siempre encontraba
todas las respuestas.

Un día nos planteó la importancia de las
matemáticas y nos contó que un tipo en vez de
tomarse 2 aspirinas cada 8 horas
se tomo 8 cada 2 horas... pero...muchachos;

esa es otra historia...

Era un profe bueno y medio sordo.
Una tarde de 1978 salió rápido del colegio
pues comenzaba a llover,
una patrulla de la guardia se le acercó por detrás,
le gritaron que se detuviera, pero ellos no sabían
que aquel hombre era un profe bueno y medio sordo,
y siguió caminando sin percatarse de nada,
hasta que un disparo se abrió paso entre la lluvia
y le atravesó la espalda.

Entre sus pertenencias encontraron
la foto de su amada, una tabla de logaritmos,
una papermate y una libreta donde había escrito:

Debo contarle a mis alumnos que en un país muy lejano,
en un jardín enorme hay un árbol
que siempre tiene las hojas verdes,
lo abriga la escarcha en el invierno,
se desnuda con libertad en el otoño,
lo calienta el sol del verano
y lo mece el viento de la primavera,
siempre tiene hojas verdes
y abajo un letrero que dice:

este árbol lo plantó un soñador de Nicaragua
muerto en 1976, pero... muchachos

... esa es otra historia.

POST DATA PARA AMANDA EN LA POST GUERRA


Olvidaba decirte
que esta ciudad es tan pequeña
como para hacerte un monumento
donde se posen pájaros del futuro,
y que estas calles y edificios muertos
son incapaces de sentir la ternura.

Estos recuerdos siempre serán tuyos
sin embargo
no temas Amanda,
porque nosotros dos
aún no somos
los últimos habitantes de la tierra.

PRIMER MANDAMIENTO


Los árboles cansados de este último invierno
tocan el suelo con sus ramas.
Con esta humedad íntima me abandono
en la banca de esta vieja estación ferroviaria.

Mi barba blanca sabe que no puedo
sobrevivir a otra guerra.
El tren no tarda en llegar.

¿Quién contará las historias a los muchachos
en la batalla y habrá de cobijarlos del frío ?

La casa sola guarda voces en las grietas del cemento,
mientras la guitarra espera inútilmente las viejas canciones
con sus notas desafinadas.

Las ratas juegan a su antojo
en el traspatio de una guerra que
no les importa; salen a ver pasar
los féretros por la calle y siguen jugando.

El tren tarda en llegar.

En la noche se forman círculos de luces infernales,
la muerte reparte bombas en la oscuridad
después de la cena.
Los vecinos cierran sus puertas
y cantan himnos y plegarias.
Un niño mutilado corre bajo la lluvia
y en algún lugar crecen hojas para un otoño lejano.

Todo esto me fue anunciado con signos irremediables
en la sangre que se ofrece para los buenos días.
Las risas de una multitud distante
interrumpen mi sueño,
el tren se aproxima y deja ver a los héroes...

Mi espíritu busca el rostro eterno
de los niños, la gente abre sus puertas
y canta himnos de alabanza.

La guerra terminó.

Los héroes vuelven a casa y yo les abrazo
sin tocarlos,
entonces regreso a mi puesto en el cuadro
que cuelga en la pared.

Los hombres bajan a la tierra
y abren sus pechos luminosos
donde el ángel escribió con letras
de fuego su primer mandamiento:

¡ Váyanse Yankis !

ALGO DEBE ANDAR MAL EN EL CIELO

Ni el estrépito majestuoso del átomo

que desde la estrella mayor pareciera

un punto de otro punto emergiendo,

habrá de interrumpir

el ocioso rumbo del universo.

Oh ! Pobladores de piedra

aquí nació el fuego verde

con el parto capital del imperio

y hace tanto frío aquí bajo la piel

que algo debe andar mal en el cielo.

Los ángeles se rascan las meninges,

yo barbitriste

introduzco mi último mensaje en la botella

y la lanzo fuertemente lejos

hasta hacerse añicos en el fondo

entre el polvo, basura y huesos de ballenas...

Donde estáis otroras arrecifes urbanos ?

Capitales del mundo fantástico

Seremos la fábula de la galaxia ?

De dónde vendrán a escribir

el estúpido epílogo de la tierra ?

Algo debe andar mal en el cielo.

Las hormigas ignoran la hecatombe

y el ave atisbadora no respetará templos

ni santuarios, ni geografías ni nada.

La radiación infrarroja

pondrá a palpitar el corazón del missil.

Decidme

quién respirará la última burbuja de aire

antes que caiga derrotado el olivo ?

Estoy vivo,

o soy yo ese fantasma aburrido

entrando de nuevo al Armagedón ?

Poemas de Pedro Xavier Solís


Vendetta de autor



Nada se me da, salvo inescritura, reticencia.
Todo es ausencia: de imágenes, de palabras.
Nada sucede al haz del papel. Tropel de nada.
La página blanca no se abaja a mis garabatos.
Al margen, mi impotencia trama su venganza:
“Al imponerme el yugo la cogeré in fraganti”.
Y he aquí cómo a la ausencia la hice presencia.




Cruce de caminos


El polvo quema mis pies. Siento el calor
que otros sintieron antes o que sentirán después,
esa sensación de horno en la punta de los dedos.
El principio y el fin están llenos del polvo
del chasquido de mis suelas contra el piso.
Este polvo fue para el niño un asombro palpable.
Hecho hombre agregó el cansancio de la rutina.
Ambos, como silenciosos campesinos, se entrecruzan
llevando a su paso la servidumbre del acaso.
Muchas veces he sido ellos en el cruce de caminos.





El camino desandado


Yo tenía obstinaciones luengas como rutas,
mas sedujo a su ribera mis certezas de tirano
un mentido decorado: el disfraz de la apertura.
Todo sea licencia... era vera enrevesada.
Descaminé lo andado por el corazón cuitado
–el laurel, la pompa, el pimpollo, la vianda–
hasta descifrar esto: las razones se desplazan.
Arrojado del nido, a la tabla en vaivén prestado...
nada dura. El tiempo así las ramas desenlaza.





El huevo


El huevo no siempre me pareció incómodo.
Todo extremadamente limpio y bien dispuesto.
Cierta tibieza contribuía al equilibrio interior,
aunque el horizonte era un insistente cascarón blanco.
Pero el huevo acaba estorbando cuando se piensa en volar.
Entonces rompí el cascarón.
Fuera de él
extraño la seguridad de sus paredes blancas,
el dogmático orden, la rutina que me exasperaba.
No es que el horizonte sea ahora un cascarón roto.
Simplemente pienso en el huevo
cada vez que trato en vano de remontar vuelo
retozando entre las matas con otras lagartijas.





Tiempo

A Mario Cajina-Vega


Un viento que vino de popa empujó el bote sobre las aguas.
Abandoné mis riberas, las de mis mayores. Es agua el tiempo.
Como un río fluye. En las olas caldeaban exilios varios.
Chisporroteaba el éter. Es fuego el tiempo.
Lo consume todo. Lo hiere todo con su furor de infierno.
Lo vuelve todo ígnea palidez, humo imperturbado.
Una columna de viento hirió el velamen. Es aire el tiempo.
Todo lo disipa. Todo lo arrastra hacia la nada.
Un viento que vino de proa empujó el bote sobre la arena.
Regresé al lugar de mi partida bajo nubes cansadas. Es tierra
(el tiempo.

Poemas de William Valle-Picón


Los ojos de rosa en el agua

Sentado en la raíz de un chilamate
Percibo el cantar de un güis.
El aullido de una sirena se aleja
Y yo veo los ojos inquietos de Rosa.

El viento se calma,
las hojas fijas del chilamate
y las nubes
se juntan a esta mujer en el agua de la piscina
y forman una sola imagen.



Espejo de agua

Si una garza sacudiera sus alas,
Si su ansiedad de extravagantes movimientos
Llegara a lo más susceptible del espejo, con todo
Y el verde en derredor
Y ella mirándose.
Ninguna sombra evitaría
al filo cristalino del agua,
caprichosos impulsos
de mujer vanidosa.


Epigrama

El trozo de papel lo dejé adrede
Junto al grifo.
Tenía las caderas redondas duras
Y las movía como las bailarinas.
Quería tocárselas, te decía,
Y vos leíste el papel
Y tus pómulos de manzanas se convirtieron
En enormes chimbombas infladas.
Y tus ojos negros ovalados con las largas pestañas,
Me parecieron de vaca asustada.
Me daba risa.

El viento pasó en caravana
Tiraste el papel frente a la puerta de mi casa
y te fuiste con el reparador de cocinas.

En ese trozo de papel envejecido
Hoy escribí unos versos contra la pobreza
Johanna.


Niños inhalando pega

En las calles del Mercado Oriental
Los niños corren y arrebatan una cartera.
Entran al féretro de la cárcel.

Pájaros prematuros que enseñan sus dientes.
Y cómo duelen estos retoños al tronco viejo,
para que caigan como livianas conchas
en el tramo vacío del mundo.

Ellos duermen apretados unos a otros y otros
A los suyos,
Y son bocados de una cámara tv.
Sus caras frescas, la sonrisa embadurnada de pega
De zapatos;
los ojos brillantes oscilando en círculos
se quedan en el fondo de un pozo.

¿De dónde, Dios, ellos sacan tanta fuerza?


Búsqueda

Me pierdo en pasillos sin salas
con la mirada en oscuras líneas de hormigas negras.
Oigo el canto de gallos desordenados
Confundiéndose con ruidos de carros y motos,
Hago adiciones contra el cansancio.

El aire camina su rumbo
y trae pláticas de vecindad,
Rumores de palabras mal dichas
y ruidos que se repiten diferentes,
el niño que lloraba ayer
hoy se está riendo.

Yo aquí en mi cuarto
entre imágenes difusas
como mezcla sedimentándose.

Y el silencio
en los ojos de bordes amarillentos del gato negro
viene a visitarme en la noche como un misterio,
y me encuentra como soy, como estoy, y no como debiera ser.



Cuartería

Por las rendijas de este cuarto
Asoman las cucarachas
Moviendo sus largos bigotes.
Hay aserrín en la cama
y en la ropa.
Los hilos de telaraña
Cuelgan como trapecios.
El techo sarroso tiene orificios
Por donde pasa la luz.
Hay polvo y alacranes en el ropero viejo.
Cuando llueve
El piso se hace charco
Y cada vez que vuelvo
Medito.
He salido muchas veces a la calle
Y he regresado siempre a este cuarto,
Como dice Leonel Rugama,
Con el dolor de ser culpable.



Crónica de un accidente

La carretera,
Como una serpiente de escamas brillantes
Bordea los cerros y los abismos.

Cogidos de las colas dos monos se besan.
El sol se inclina a comerse los colores de las ropas.

Un Land Rover boca arriba como moribundo,
La rueda izquierda delantera da vueltas.

En la carretera,
La mitad del brazo de una mujer,
En la muñeca el reloj marca las doce.


Paloma

Rojo el cuello
Atornasolado.
Altiva la manera de posarse sobre un alambre del teléfono,
Se balancea,
Mira.
Con ligera agilidad mueve sus ojos como los anillos d
Saturno.
Arisca, incrustado el presentimiento en los ojos.
Repentina la onda expansiva del disparo
Interrumpe sus vigorosos movimientos.

Era arisca. A las 5.50 p.m.,
Deliciosa.

Poemas de Alvaro Rivas

I. PALABRA DETENIDA

I

Se apagan ya los fuegos

con que estalló la tarde en el crepúsculo

y se alza en puntillas la luna, sobre el horizonte,

estrenando su filo creciente de hoz. En tanto,

telarañas de nubes con rumbo al ocaso

encontilan sus pasos entre las cenizas

del atardecer (es la noche que cae

embadurnando, como gesto de un dios

arrepentido, la infinidad de trazo y coloreo).

Qué tal si no existiera esta penumbra

que aparenta tenuemente defendernos;

este lienzo bordado por lejanos luceros,

contra el cual se dibuja apenas sombra y silueta,

breve y apresurado esbozo de árbol, montaña

o septiembre. Qué sin este invierno en ardoroso

parpadeo de luciérnagas llameándose

ni esta luz –de pocos pasos – que desde mis ojos

alumbra mortecina contra la noche.

Qué sin esta conciencia del día, envueltos

solamente en la oscura preñez sepulcral...

Hasta entonces sabremos con certeza

cuánto errábamos, a ciegas y a tientas, el camino

hacia la estrella y si era cierta la sospecha

de que solos fingíamos distancia

sin advertir siquiera su señal:

la pista que tanto nos palpitó el corazón:

este túnel que el aire cincela, este poso

acumulado del día –contra el que tercos

braceamos hacia la superficie –, esta entrada

subterránea de carne y de sangre donde al fin

nos sumergimos.

II

Porque era necesario que todo

se ennegreciera para que se encendiesen

nuestras profundidades, para adivinar

el color que ocultaba el falso resplandor.

Era preciso que nuestro contorno cerrase

todas las ventanillas a la trampa de luz,

al ruido enceguecedor, al imantado olor

de los cerezos: todas las escotillas por donde

se cuela el mundo que apaga esta llama y espanta

de nuestros pechos la palabra desparramándola,

desgastando esta lumbre que por las noches,

en el insospechado ensayo, se enciende.

III

Pero ahora a salvo para siempre.

Vencidos ya la radio y los manjares,

el dolor y el amor ¡y toda la vida!

Disminuido a cero el volumen del rumor

que nos desviaba de este silencio

y agotado el poder de la divina Circe,

de metamorfosearnos (desfallecida

la Diosa en brazos del nauta,

ya sin magia suficiente

para hacernos volver –ni con conjuros,

pues no existen más Lázaros, ni con llantos,

porque acabaron los padres).

Tomada la mudez que nos interna cada día

en la disolución de la frontera contra la cual

crecían nuestras uñas –frontera

delineada por mi nariz, sostenida por mis talones,

apenas traspasada por la mirada: vencedora

invicta y terrenal de nuestro crecimiento –

y cruzado por fin el umbral de donde

tantas veces –y en sueños – se nos regresó,

comienzo a descubrir que era yo mismo

quien se escuchaba, quien amó mi figura,

que era yo el ave de oblicuo vuelo de aquella tarde

deliciosa. ¡La tarde misma era yo!

Empiezo a distinguir la palabra que abre

y cierra tantas puertas, el cigarrillo

derramando su torpe silencio

sobre el cenicero, el camino del cual tanto

escuchamos y vimos escépticos su portal.

Y también el día que creí feliz. Cuando una frase

se desgajó

de pronto

en cataratas

y estalló la palabra en resplandores.

Fue la vez que entré encandilado

–por un camino que creí de dioses – a la estancia

de infinitos espejos, el momento cuando quise

navegar desatado al musical encuentro

con las sirenas (más era todo escollo

de muchedumbres y me hundí.

Caí en el laberinto del minotauro,

perdido el hilo para escapar y donde el verbo

nos desvanece su original sencillo significado).

No obstante alcanzo ya la puerta

definitiva a mi destino. Pero antes de entrar

vuelvo mis ojos en despedida. Atrás se ven

racimos diminutos de estrellas en espirales,

y en mi memoria se encienden

los juegos pirotécnicos de mi fiesta patronal

–los buscapiés que sueltan los toros “encuetados”

buscando embestir desde los tobillos

y mordiendo el polvo en las calles, antes

de subirse corneando –los más fieros –

a las aceras altas, rumbo a la feria

que da vueltas en la pequeña

plaza entre muros de mi niñez.

Se vuelve imperceptible ahora

el punto donde se encuentran el pasado

y el futuro –la pólvora en espera

y la que se quema. Esta vez voy más allá.

O mejor, más acá del sitio en donde

se inflama esta llama en ávido avance

quemando retorcidas hileras. Hasta estallar

en este sospechado amanecer donde el espíritu,

encendido también por las Parcas,

vuelve a arder.

GUACA

Recibí cruda la palabra

y la cargué por mis caminos.

Verde la recibí, y hasta su madurez

la escondo para ti en mis sombras,

a la espera del día cuando la llevarás a la orilla

de todo cuanto te rodea –incluido el ángel

que baja al verte y se planta

en mis talones. Que cuando él se asome

–así sea por mi retina –, yo ya te la haya dado

y la encuentre brillando entre tu cara,

alrededor de tus ojos,

en el medio de tu sonrisa.

GUARDANDO LA PALABRA

A Noel y Octaviano: ¡Bravos!

Amable soledad, muda alegría

Antonio Hurtado de Mendoza

Si ardiendo solitaria la llama en tu pecho

te consumes temblando al pie de tu latido,

escondido entre tus pestañas, entonces vale más

acompañarse contra los aparecidos

y llamar de inmediato a los girasoles. Es mejor

sonar el cuerno de luna, abrir la puerta

al tenue camino entre casas encendido

y dejar entrar desnudos los bellos pies

hasta los rincones.

Mas si el fuego te hornea pan,

potrosa soledad, íntima luz… ¡Abre foso!

Levanta pétreo tu castillo y guárdate

de extender, a primera tentación,

tu puente levadizo.

ABRETE SESAMO

Nos rozaba el destino en el cruce

de las esquinas y en los silencios juntos.

Nos abría las puertas en busca del

encontronazo para hacernos entrar

en su voz y cumplir al fin la promesa

del gesto: este silencio secuaz,

entre suspiros –nuestra ofrenda del aire –

y el olvido del nombre. Sí, porque ya

aquí pocas palabras alcanzan y ningún

conjuro puede más contra la piedra

que el Sésamo de la caricia

y sus cuarenta ladrones.

ORACION PARA SONREIR

Que la sonrisa me crezca hasta las comisuras,

y desde allí se suelte a carcajadas y se vaya lejos.

No importa que sacuda a todos el pecho

ni que pase la noche persiguiendo a las estrellas.

No importa. Todo con tal que regrese;

que con el frío de la madrugada el último astro

se le desvanezca, el sueño

profundo la venza y venga otra vez

a tocar en mis labios con la yema dulce

de su índice. Que entre, Señor, de puntillas

en mi boca, que se duerma en mi lengua.

ODA HEROICA

Contra la zarabanda de espíritus

que inmundos se divierten entre nosotros

¡cierro mi puerta y alzo espartano mi espera!

Contra tromba y marea la enrisco

hasta su sazón: cuando

el último demonio enmudece

desfallecido frente a mi secreto,

y el viento y la mareta –ya sosegados –

pronostican en el horizonte el esquife

que nos lleva suave al arca de oro.

ESPERA BORGIANA

Después de abrir a todos la puerta

a sus caminos, el poeta se sentó en silencio

a esperar el regreso de aquellos fatigados de andar

por sus senderos y del último en tardarse lo más

que pudo en volver, en dar la vuelta lenta en la esquina

azul del vecindario y detenerse con exactitud

en la entrada donde se encuentra aún pintado, a lo largo

y ancho de la pared, su rostro reconocible

que no sonríe, pero sí guarda en cambio

carcajadas detrás de la tranquila

seriedad con que siempre nos recibe.

EL DESPERTAR

“Contemplad, madres, el libre vuelo de vuestro ser”

CMR, La insurrección solitaria

Si todo lo enseña un día con su noche completa,

es posible encontrar, entonces, en la vuelta del cero,

la ruta circular y el camino al punto inexistente – casi –

de las veinticuatro horas. Es probable además

que el rumor persistente de las olas, al escribir su signo

solitario en la arena, lleve consigo a la orilla el mismo

mensaje lejano y primitivo, y que la letra de un tango

o de un clásico del bolero adivinen también,

en su momento, cuándo palpita un corazón

apasionado y cómo hemos de hablar claro un día.

Aunque en verdad no basta el texto o la palabra

sapiencial. Ni siquiera es suficiente el conjuro

que sale en un susurro. Porque una frase

genial cualquiera la dice y hasta sin darse uno cuenta

se dice. Pero, oírla genial (como se califica en poesía

la cosa), eso sí es muy difícil –así parezca sencillo

y únicamente se trate, como dice Fulcanelli,

de reflexionar y poder seguir siendo simples

en el razonamiento.

Así es como aprende a cantar el rapsoda

la historia lejana, al menos a partir

de un sueño de expulsión y el despertar de pesadilla

en la caída al sitio donde esperan ahora cercanas

unas voces afuera, alrededor de unos quejidos, en el espanto

de ser dado a la Luz, sin mácula alguna de protección

y sin fosas nasales capaces de tragar de golpe

y a borbollones el soplo de un mundo nuevo.

La agonía en la entrada dura la misma eternidad

que el manoteo inútil y el alarido sin freno

por el regreso. Y sólo cuando

las lágrimas recién nacidas humeden

el sombreado pezón henchido es que puede al fin

el crío descansar de su primera

gran sed de sacrificio y cabecear exhausto

–ya en el regazo – su sueño confiado.