sábado, 10 de abril de 2010

Poemas de Juan Carlos Vílchez


Siempre Icaro

Sólo Icaro me llaman.

Desde el centro

inevitablemente la cúpula del cielo

me succiona

y una mancha estelar

incrustada en las líneas de mi mano

me persigue.

Así sobre un filo del espacio

camino equilibrando la sed de movimientos

que me acosa.

¡Pero esta vez iré más lejos!

La primera caída siempre fue inmortal

los golpes que terminan por hundir

a la eternidad

harán un traje nuevo a mi destino.

Y héme aquí

horadando la raíz de mis alas

escrutando adolorido el ojo de la bóveda

traduciendo la escritura de mis brazos

para ensayar una y otra vez

una y otra vez

mi próximo vuelo.

De “Bestias de Papel” 1996

El estigma

No conocía el estigma

o más bien

no tenía la precisión

para apartar las hilachas

y desgarraduras que lo ocultaban

llevándolo como un adorno ciego

un resplandor detrás de la mirada.

La carne fue más inteligente

e hizo caso omiso de mí mismo

pasó de largo

y me otorgó unos minutos

para organizar una casa

una heredad

esas tareas habituales que lo delatan

y hacen que pierda su poder

de iluminar con anticipación

las cerradas fosas del olvido.

De “Versiones del Fénix” 1998

Acertijo

Aquí no hay preguntas (No le haces preguntas).

Estás solo contra la esfinge

cuya presencia no es más enigma

que tú mismo.

Siempre le golpeas y desgarras sus entrañas

pero el espejo te devuelve

a una flor que sangra dentro de ti.

La tomas con tus manos

y así sangrando la colocas

entre las suyas

para recorrer el tiempo

que les fue entregado.

Al final

en un límite cualquiera (No hay exactitud en esta trama)

rehacen la escena en el camino.

Ella para deglutir tus cenizas vorazmente

y tú ya olvidado

para nacer como una larva

de su descomposición.

De “Zona de Perturbaciones” 2002

De las formas

Había alguien con vida.

No un género

o especie en particular

pero ciertamente

algo se expelía:

una señal

un lenguaje

o quizás

una impugnación.

Desde aquellas linfas en torbellino

percibí entonces un color

tal vez una tristeza

como una aquiescencia

aún no desplegada

para abrir cualquier herida

y por ella verter no sólo aliento

sino también todo latido.

Después supe que estos seres

regresan siempre a la corriente

unos por la vía del recuerdo

y otros bajo el imperio del olvido

aunque nunca entendí con qué

o con quienes compartía

y si las formas no son más

que el lugar de cada instante

en el torrente

un trasegar de indicios

el signo del caudal

y el movimiento.

Tomates

El tomate es un mundo rojo

un círculo en el mapa

de una ciudad perdida

tiene el temblor de un témpano

que navega hacia un puerto sin edad

dónde todos los caminos se cruzan.

Indescifrado

su interior guarda ese combustible

que inflama —detrás de las cortinas—

los vientres de la eternidad

y se aferra a los precipicios

que salen de paseo por las noches

en nuestra compañía

esperando la consumación.

¿Y nosotros?

Convencidos de su redondez

y permanencia.

Vicisitudes de un paisaje

Yo no busco.

Apartado ni siquiera

me despliego.

Tampoco huyo.

Un paisaje –como un perro–

mueve la cola

hasta olfatearme

huellas persigue

acoplamientos de carne

y tiempo

escenarios para instalarse

como una coreografía.

No es fácil para un paisaje

encontrar su propia memoria

un huésped dónde incrustarse

límites para reposar

sangre con la cuál fundirse.

Suspiros de arena

¡Ah!... mi boca

mi lengua

mi garganta.

¡Ah!... mi voz

que inscribe su soplo

en las paredes del aire.

¡Ah!..el universo

que desaparece

en cada instante

para resurgir otro

en mi atónita palabra.

¡Ah!.. sus ecos

y suspiros

creando esta ficción

de bastidores

y tribunas

dónde la arena

–al inicio de la trama –

se muestra como aliento

durante la función

a sí misma se duplica

y con los aplausos

finalmente se desangra.

Primeras huellas del olvido

Están muertos

aunque sus cualidades

ciertos gestos

y su legado

permanecen un poco más

entre nosotros.

Los evocamos

porque con ellos algo compartimos

pero nunca podríamos transmitir

a quienes no les conocieron

la definición de su ser

aquel modo de hacer presencia

ni la hondura de su influjo

en el entorno.

Tampoco se quedan tanto tiempo

en las proximidades

pues allí su tarea es ardua

y consiste en excavar incertidumbres

esculpir en el espacio

los resquebrajamientos de la materia

a manera de fisuras en el recuerdo

de aquellos que advirtieron

su partida.

Naturalmente luego se cansan

y terminan por emigrar

todavía más allá

dejándonos

algunas huellas como vestigios

imágenes y palabras

ya sin conexión

imprecisas

expulsadas para siempre

fuera de aquellas vidas

y su instante.

La Danza Negra (1)

Allí en el lecho de las aguas

en los fondos del subsuelo

entre ácidos

y moléculas estremecidas

por las pulsiones del magma

la melodía nace.

Asciende luego a la superficie

y su savia inunda

las plantaciones del día

con sus santuarios de arcilla

y sus huertos tan azules

hasta impregnar la sangre

de los pájaros

y de los otros seres

que ya no pueden saberse

sino gorjeos

y germinaciones

de esa vegetación

y esa geología.

Es dulce a los oídos esta música

y nos abre las puertas de un origen

donde los sonidos

han suplantado a la tierra

como hervidero de la vida.

Pero asimismo también

amargas son sus notas

y su ritmo nos revela entonces

acaso un sollozo sin aliento

talvez una queja en la oscuridad

o más bien la danza

en la cual festejan

y aún revolotean

los obcecados graznidos

de la muerte.

(Nombre de una pieza musical nicaragüense,

de origen pre-colonial, interpretada con marimbas)

Casi desnudos

Querido maestro:

Hoy me he propuesto llegar

hasta ese lugar no definido

de la memoria del mundo

donde seguramente aconteces

y resides

para darte un abrazo

y al mismo tiempo

acogerme a tu cortesía

haciéndote una pregunta .

Esas criaturas tuyas del poema

o –más precisamente– los hijos

de la mar

con quienes tu te comparas

y muestras casi desnudos

han atormentado mis noches

convirtiendo a mi imaginación

en un oleaje de confusiones

y zozobras.

¿Es que acaso has visto alguna vez

a una merluza en bragas

a un pulpo con sombrero

o a un cangrejo en calzoncillos?

La lista puede abarcar sostenes

calcetines y corbatas para medusas

tortugas y otras tantas especies

de los vastísimos océanos.

Al final de la partida –tu ya lo sabes–

todos vamos en cueros

especialmente aquellos nacidos

dentro de las aguas

que no pueden

ni deben cubrirse nunca

pues es su opción de vida

por consiguiente

no tenias la prerrogativa

de vestirlos

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