sábado, 10 de abril de 2010

Poemas de Santiago Molina


AUTORRETRATO DEL PESCADOR

La fuite de l´ eau est comme la fuite de nos annèes.

Étienne de Senancour, Oberman.

De espaldas a la ciudad extranjera

el pescador teje las distancias de su pasado

frena el azar transparente de las aguas

íngrimo en la pendiente de un paisaje

el río lento encrespa las carpas doradas del otoño

y anima todo el año al viejo molino cerca de Suffolk

sosteniendo una caña de carbono entre sus manos

recuerda su infancia en un pueblecito

acorazado de cerros azules

piensa en la luz agostina de sus calles

apelmazadas por el palmoteo del viento llanero

recuerda los mugidos en el atardecer cuando

comenzaban a encenderse las bujías en las esquinas

y largas fueron sus estancias en latitudes inesperadas

una vez por inexperiencia política

se quedó durante años en un país del norte

otra vez por desconocer el amor

se quedó durante años en un país del sur

así cuantas veces le pareció que los días del verano

llevaban una mortaja de niebla

y una capa de oro las noches del invierno

hace poco visitó su pueblo natal

(el pueblecito acorazado de cerros azules)

y trajo de allá palabras que ya no pronunciaba

guapote chuluca guabina sábalo

la simpleza furiosa de una mojarra luchando en el aire

le recordó el estrépito de su juventud

una imagen fresca del corredor de su casa

la madre la abuela rodeadas de pajareras

atareadas vendiendo los periódicos la leche y el queso

voces y sombras que el pescador hoy busca

en el remolino difuso de la lejanía

la garúa milenaria de la ciudad extranjera

enllava su vida puertas adentro

destarlando a grito pelado las sienes apretadas del espacio

cuando no se puede pescar en el río en llena

cuando las esclusas de los canales están rebalsadas

trata de entender

fuma un cigarrillo de nube hasta escalar el cielo

goza las desapariciones narrativas

lee una novela con largos adioses iniciáticos

qué estará haciendo en esta vida de zapatos empapados

su amigo Julio Cabrales soñaba siempre soñaba

vivir en el interior de un diamante

escuchar la musiquita perdida de los años setenta

nace descalza sobre la concha del tiempo

una muchacha de su tierra

pecoso cuerpo de trucha salvaje

el pescador la amó con ese afán inmortal del joven

la semilla y la carne del mundo jugando a la nada

de espaldas a una borrosa ciudad costera del tiempo

el pescador frente a las aguas multiplica sus ayeres

esas vidas aquí y allá mal arregladas por descuido

por culparse demasiado del alarido ondulante de los ríos secos

tapia con su angustia nocturna

la cuenca azul de los umbrales

en el fondo de sí el pescador

(ahí sentado en su silleta plegable de lona)

a pesar de la inminencia del divorcio de todo

la separación de los hijos con el barro primigenio

él que ha visto día tras día el trayecto de Caronte

ha creído en la unidad de su vida

un río lleno de peces y palabras

el pescador ama las palabras

ama la lucia contingencia de sonidos

debajo del escaparate de lo real arpillado

un grupo de palabras es la maqueta de su paisaje

el plomo exacto hasta el fondo de las tinieblas

el anzuelo filoso que desgarra los labios de la luz

la mazamorra carnosa invita al banquete incrédulo

el pescador trabaja al borde de su bocana revuelta

dibujando silbantes parábolas con su caña de carbono

buscando en los círculos del nenúfar las sílabas del trueno.

Santiago Molina

1997

LA TEJEDORA NOCTURNA

La tejedora nocturna de J. Constable està esperando

a su esposo que anda en otro condado

una mujer tranquila pues no se ve preocupada

sòlo piensa en el regreso del esposo

y en el hilo y en la aguja que tiene en la punta de los dedos

pienso que la suave bata de noche que lleva

en la misma que llevarà bajo las sàbanas finitas

la noche cuando èl estè ya de regreso del condado vecino

y cuando ella haya zurcido la distancia que los separaba.

OCTUBRE

Un vientecito fresco o helado por las tardes

los bosques se ponen dorados y los helechos

se confunden con el color de los zorros y los venados

a veces se escucha un cuerno de caza en la distancia

podemos recorrer en bicicleta la comarca si queremos

pero subimos a las colinas y ahì nos damos un abrazo

idos quedamos en calma mirando

los caserìos en el poniente con la luna blanca

colgando como una herradura en la puerta del cielo

regresamos a casa y los comentarios se vuelven interesantes

hablamos de cualquier cosa al azar de nuestros pasos

hasta uno se detiene y muestra al otro un objeto encontrado

algo que tiene forma de algo

un gancho largo de palo que puede ser una escultura de Giacometti

una vieja bañera sarrosa que sirve para aguar las vacas

y que puede ser un ready-made de Marcel Duchamp

la gente vuelve tambièn de sus trabajos

un pescador aparece de pronto

entre los cercados que bordean el camino

y ya se pone a hablar del enorme pez que se le escapò

y nos acercamos a ver el cubo de su paciente jornada

valiò la pena la partida de pesca

y quiere regalarnos una perca de aletas rojas

se llega a casa y cenamos una sopa caliente con pan del dìa

leemos un poco antes de dormirnos

dejamos el libro a un lado y nos abrazamos de nuevo

y te descubro en la espalda una hoja seca de las colinas

y te vuelvo a abrazar

dudamos si comenzamos lo mismo de hace rato

lo mismo de las colinas

me duermo a tu lado seguro de que el sol

mañana estarà en el patio con los gallos y los pàjaros.

JUEGO DE SOMBRAS

El juego de tu sombra lo deciden los jugadores de ajedrez

cuando sus manos bajo el frescor de la sidra del verano

desplazan a la reina en lo alto de una torre

para que escuche el canto del ruiseñor entre las hojas de los tilos.

DÒNDE TE HAS IDO CON TU SOMBRA

La distancia todo lo vuelve gigantesco

no puedo leerte ni escucharte ni tocarte

enviame un mapa de tus desplazamientos cotidianos

un dibujo de tu barrio con los gatos mirando detràs de las persianas

un emploi du temps como el tramado por M. Butor en su novela

subrayame en un cuaderno con verde fosforecente

los lugares donde te encontràs o salìs

o volvès a entrar en tal y tal hora

quiero saber bien la hora que te bañàs

la hora que desayunàs y almorzàs y cenàs y te acostàs

copiame tu dìa como la anotò la Sra. Dallowey

porque lo ùnico que deseo es ver y escuchar

leer todo lo que hacès

cuando mis manos no estàn en tus manos.

BIOGRAFÌA DE MIS MANOS

Mis manos que las niñeras lavaban con jabòn marfil

porque yo era un chancho que jugaba con el polvo del verano

mis manos de muchachoquenosabíahacernada

de muchacho demasiado mimado por su mama

mis manos de chavalo pobre vendedor de caramelos

mis manos de chavalo vago estirando una honda

apedreador de garrobos en el cucurucho de los palos

mis manos que enrollaron y desenrollaron yardas y yardas

de sedina cuando elevada los barriletes tricolores de noviembre

mis manos que a tientas siguieron el hilo

tendido en la noche del laberinto

mis manos encendidas bajo las velas puntiagudas de George de la Tour

mis manos que en la oscuridad cavan túneles matutinos

mis manos que fueron clavadas como lechuzas

en las puertas de las aldeas para alejar los maleficios

mis manos hebreas tatuadas con un nùmero desde el antebrazo

mis manos desaparecidas en los hornos de Alemania

mis manos cuya infancia George Perec recordó así: W

mis manos que temblaron de inutilidad pendant la guerrre

mis manos de postguerra buscándote entre los escombros

mis manos de ceniza iniciando un vuelo de palomas en las tardes grises

mis manos cuantas veces faltaron de leña en el invierno

mis manos casi borradas por tantos adioses

mis manos que han leído en las piezas de ajedrez

las tàcticas de Raymond Roussell y de Borges

mis manos que han buscado las predicciones de Nadja

mis manos de once dedos signo alucinante del Amour Fou

mis manos que han acariciado bolas de cristal

mis manos que han llevado a mis hijos a través de los parques y las montañas

mis manos que han contado en vano las estrellas

mis manos por donde se escapa el agua de los cielos

mis manos que han querido ser un cuenco para tu sed

mis manos que he dado a los mendigos en forma de pan

mis manos que se calentaron con la sopa de los sin nada en los albergues de clochards

mis manos rurales cortadas durante la època de los lirios

mis manos urbanas agarradas a la barra de un vagón del metro

cuando iba al trabajo o a buscar trabajo en algún lugar de la ciudad

mis manos de Guzmanillo de Alfarache haciendo la guatusa a los poderosos

mis manos tercas que jamás tocaràn las manos enguantadas de la Reina de Inglaterra

mis manos de bebedor indecisas en su alcohol muy de mañana

mis manos sobrias de alfarero cuando te escribo

mis manos que llevan a mi boca los ansiolíticos

que me calman del insomnio de mis separaciones

mis manos de pescador que aprendieron de los organilleros

a dar vuelta al carrete de la música que surge de las profundidades

mis manos un puñado de aguamarinas donde se confunden

los colores de las vocales de Rimbaud

mis manos que lanzan guijarros pintados por Mondrain sobre las líneas del mar

mis manos que se alargan con el vuelo de las gaviotas hasta tu isla

mis manos que desean borrar el vaho que empaña

tus puertas de cristal cuando hay tormenta en el mar

mis manos bohemianas que quisieran irse con vos en un carromato por el mundo

mis manos de abanico que nunca soplaràn tu rostro

con el aire portuario de ninguna despedida

mis manos que no son de pintor pero que saben esbozar de memoria

las colinas pavesianas de tus caderas

mis manos obscenas o llenas de pudor si quiero

mis manos que pueden ser un biombo para tus pánicos japoneses mis manos de vidente pero que se vuelven ciegas

cuando se alborota la baraja de tu pelo

mis manos órficas que bajan a tu cuerpo para rescatar

el primer el penúltimo el último grito

del placer de tus uñas enterradas en mi espalda.

PAISAJE

Mientras nos amamos en un albergue solitario

hay afuera el poeta chino Wang oteando palabras en el cielo junto a un rìo escribiendo el poema que los dos hemos escrito

sobre una sàbana de seda con un pincel de bambú.

SIN EL AGUA FRESCA DE TUS LABIOS

Sin camisa hojeando libros y viejos papeles

junto al abanico toda la tarde demi cuarto

sudando y citàndome a esos dos vagos mayores Baudelaire y Rimbaud

el primero que decìa nada mejor que vivir en la nonchalance tropical

el segundo que en les pays chauds soltò todas sus maldades

sentado en la puerta de su ferretería en Abysinia

con una escopeta el malvado tiraba

cualquier perro callejero que se acercara a su negocio

hay testimonios de un Arthur el riflero a caballo

sin camisa envuelto en una nube de arena en medio del desierto

y el otro que entre los negros pètalos de la cabellera de Jeanne Duval

perfumaba de voluptuosidades ultramarinas su spleen de citadino nada tengo que ver sì con esos dos vagabundos de la lejanìa

aunque conozca el continente y la vida de esos bandidos

sin camisa aquì y ahora junto a un abanico en mi propio paìs tropical

y sudaba de verdad y renegaba de mi calor natal

y soñaba y soñaba esta tarde con vos mientras esperaba un vientecito fresco

que viniera de las afueras con la humedad de tus labios para que me refrescara la piel.

3 comentarios:

  1. Poesía profunda, con color, olor, sabor. Con aire fresco de primavera, con ríos de emoción. Todo un placer pasar por aquí.
    Andrea Favelli

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  2. Poesía incuestionable; poesía pura y pura poesía; desde la cabeza hasta los pies; vértebra, uña, carne, vuelo y horizonte de la imagen; la palabra en franco recorrido transversal desplegándose y acurrucándose en el vivo pensamiento de la infancia jamás desterrada.

    Efraín Osejo Morales.

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  3. Poesía incuestionable; poesía pura y pura poesía; desde la cabeza hasta los pies; vértebra, uña, carne, vuelo y horizonte de la imagen; la palabra en franco recorrido transversal desplegándose y acurrucándose en el vivo pensamiento de la infancia jamás desterrada.

    Efraín Osejo Morales.

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