sábado, 10 de abril de 2010

Poemas de Pedro Xavier Solís


Vendetta de autor



Nada se me da, salvo inescritura, reticencia.
Todo es ausencia: de imágenes, de palabras.
Nada sucede al haz del papel. Tropel de nada.
La página blanca no se abaja a mis garabatos.
Al margen, mi impotencia trama su venganza:
“Al imponerme el yugo la cogeré in fraganti”.
Y he aquí cómo a la ausencia la hice presencia.




Cruce de caminos


El polvo quema mis pies. Siento el calor
que otros sintieron antes o que sentirán después,
esa sensación de horno en la punta de los dedos.
El principio y el fin están llenos del polvo
del chasquido de mis suelas contra el piso.
Este polvo fue para el niño un asombro palpable.
Hecho hombre agregó el cansancio de la rutina.
Ambos, como silenciosos campesinos, se entrecruzan
llevando a su paso la servidumbre del acaso.
Muchas veces he sido ellos en el cruce de caminos.





El camino desandado


Yo tenía obstinaciones luengas como rutas,
mas sedujo a su ribera mis certezas de tirano
un mentido decorado: el disfraz de la apertura.
Todo sea licencia... era vera enrevesada.
Descaminé lo andado por el corazón cuitado
–el laurel, la pompa, el pimpollo, la vianda–
hasta descifrar esto: las razones se desplazan.
Arrojado del nido, a la tabla en vaivén prestado...
nada dura. El tiempo así las ramas desenlaza.





El huevo


El huevo no siempre me pareció incómodo.
Todo extremadamente limpio y bien dispuesto.
Cierta tibieza contribuía al equilibrio interior,
aunque el horizonte era un insistente cascarón blanco.
Pero el huevo acaba estorbando cuando se piensa en volar.
Entonces rompí el cascarón.
Fuera de él
extraño la seguridad de sus paredes blancas,
el dogmático orden, la rutina que me exasperaba.
No es que el horizonte sea ahora un cascarón roto.
Simplemente pienso en el huevo
cada vez que trato en vano de remontar vuelo
retozando entre las matas con otras lagartijas.





Tiempo

A Mario Cajina-Vega


Un viento que vino de popa empujó el bote sobre las aguas.
Abandoné mis riberas, las de mis mayores. Es agua el tiempo.
Como un río fluye. En las olas caldeaban exilios varios.
Chisporroteaba el éter. Es fuego el tiempo.
Lo consume todo. Lo hiere todo con su furor de infierno.
Lo vuelve todo ígnea palidez, humo imperturbado.
Una columna de viento hirió el velamen. Es aire el tiempo.
Todo lo disipa. Todo lo arrastra hacia la nada.
Un viento que vino de proa empujó el bote sobre la arena.
Regresé al lugar de mi partida bajo nubes cansadas. Es tierra
(el tiempo.

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